Sensorización en el agua: ¿Qué se mide en una Playa Inteligente?

Aunque resulta fácil hablar de digitalización de playas y zonas de baño, y cada vez es más habitual ver los resultados, incluso a nivel usuario, de esta transformación progresiva, la realidad es que existe una enorme variedad de parámetros que afectan a la calidad de la experiencia del visitante. Un sistema de control de este calibre es un producto complejo, con multitud de dispositivos con funcionamientos y funciones muy distintos, cuya lectura y programación debe responder a unas necesidades que, aunque por lo general corresponden a servicios parecidos, a menudo requieren una implementación única para cada playa. Por suerte, buena parte del proceso de digitalización se basa en la automatización y optimización de mediciones que ya se llevaban de forma manual a cabo para la gestión de servicios. Por ello, a la hora de diseñar un sistema de control de zonas de baño, no se está partiendo de cero. En ese sentido, además, hay que considerar que también contamos con un sector en el que la monitorización automatizada se implementó antes que en las playas y piscinas naturales: hablamos, por supuesto, de las piscinas artificiales. Desde piscinas municipales con unas condiciones sujetas a multitud de posibles variaciones, hasta piscinas climatizadas orientadas al deporte profesional en las que cada parámetro debe estar controlado al milímetro; en cualquiera de los casos, estas instalaciones tienen muchas de las mismas necesidades que una playa, pero al encontrarse en espacios cerrados, con un circuito cerrado de agua y acceso a servicios municipales, simplifican en gran medida las condiciones de partida para el sistema. Por tanto, muchos de los dispositivos y programas empleados en la digitalización de playas son aquellos que ya han demostrado su funcionalidad en una situación similar.

En el blog de hoy, echaremos un vistazo a algunos de los elementos más comunes en la monitorización de zonas de baño, los parámetros a medir y las necesidades que estos resuelven:

  • Calidad del agua: aunque el término «calidad del agua» pueda parecer algo ambiguo, la realidad es que la normativa europea es perfectamente estricta en cuanto a las condiciones sanitarias de las aguas de baño, que deben mantener un nivel bajo de microorganismos potencialmente dañinos. Además, en el caso de aquellas playas que optan a la categoría de Bandera Azul, también debe cumplirse con otros criterios. Aunque muchos de estos parámetros no pueden medirse de manera automática, si que se pueden monitorizar otros factores que influyen sobre éstos. Así, algunos de los sensores más habituales son aquellos capaces de captar la temperatura del agua, el pH, concentración de oxígeno, total de sólidos disueltos… Aunque no todos estos parámetros son necesarios en todas las playas, un sistema de sensores adecuado puede ayudar a detectar posibles cambios en la calidad del agua, ya sean debidos a factores medioambientales, a vertidos en aguas cercanas, etc.

    Playa de Benidorm
    Playa de Benidorm
  • Gestión de Residuos: en última instancia, la explotación turística de las playas es una actividad humana intensiva, lo que inevitablemente genera una cantidad considerable de desperdicios. Así, no sólo es importante vigilar la calidad del agua sino también procurar disminuir todo lo posible la cantidad de basura que los visitantes dejan en el entorno. La estrategia más habitual y efectiva para ello suele ser la colocación de papeleras en puntos específicos de la playa, de forma que los bañistas dispongan de un lugar adecuado en el que depositar cualquier residuo al finalizar su visita. Una sensorización adecuada de estos contenedores puede ayudar enormemente a la gestión de este servicio, asegurando la optimización de los tiempos de recogida y detectando los puntos de mayor concentración de residuos.
  • Calidad medioambiental: un factor que también se tiene en cuenta a la hora de evaluar la calidad de la experiencia turística en las playas es la calidad del aire. Aunque menos crítico, como es de esperar, que la calidad del agua o la limpieza de las zonas de baño, una correcta monitorización de gases y partículas puede ayudar a gestionar el (por otra parte inevitable) impacto que la actividad humana tiene sobre el medio ambiente. Por otra parte, este tipo de sensores cobra particular relevancia cuando se trata de playas situadas cerca de áreas urbanizadas (un panorama muy común en las zonas de mayor intensidad turística): la presencia de edificios, una menor extensión de zonas verdes, por no hablar de el continuo movimiento de tráfico… todo esto puede deteriorar la calidad del aire, lo que a su vez puede tener un efecto perjudicial ya no solo sobre el entorno natural, si no también sobre los propios visitantes. Esto hace aún más crítica la correcta monitorización de elementos como el dióxido de nitrógeno, ozono, y partículas atmosféricas (estos tres factores en concreto se usan para determinar el Índice de Calidad de Aire, un estándar europeo de uso habitual).
  • Aforo: aunque los datos de afluencia y uso de las zonas turísticas siempre han sido importantes desde el punto de vista de la gestión y la planificación, la pandemia del último año ha hecho que estos adquieran una relevancia aún mayor. Se trata, sin embargo, de un parámetro que presenta un reto de sensorización importante. Al fin y al cabo, la gran mayoría de playas se encuentran en espacios naturales abiertos: aunque muchas cuentan con accesos principales utilizados por buena parte de los visitantes, estos suelen estar diseñados, lógicamente, con el objetivo de permitir el paso del mayor número posible de personas, algo que dificulta un conteo preciso de la afluencia. Por ello, se está optando por el uso de cámaras, complementadas por programas capaces de analizar en tiempo real la ocupación de las playas y la afluencia en los puntos de acceso.

    control acceso cheles
    Sistema de control en Cheles

 

  • Información Meteorológica: más de un día de playa se ha visto arruinado por por un chubasco inesperado. Por ello, es habitual que los servicios de información incorporen datos sobre el estado del tiempo en sus portales ciudadanos. Por suerte, en España no sólo contamos con los datos disponibles a través de APIs abiertas como OpenWeather, o las predicciones de plataformas como el Centro Europeo de Predicciones Meteorológicas a Medio Plazo (ECMWF): también es posible obtener los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que además de disponer de una API propia para acceder a los contenidos, cuenta con predicciones específicas para playas, con información sobre oleaje, temperatura del agua, e índice UV. Puesto que en este caso se puede obtener la fuente directamente de un servicio centralizado, no resulta necesario sensorizar cada zona de baño individual.

Por supuesto, existen muchos otros parámetros que pueden requerir sensorización: al fin y al cabo, con más de 3000 playas repartidas por toda la península, resulta difícil establecer un perfil único que concuerde con cada una de ellas. Sin embargo, esta gran variedad no solo implica un amplio rango de necesidades a tener en cuenta a la hora de digitalizar servicios, si no también que experiencias ofrecidas a los visitantes son, en última instancia, únicas – un punto fuerte del turismo de sol-y-playa en el país, que una adecuada transformación digital puede aprovechar al máximo.

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